La suerte

Hace unos días estuvimos discutiendo en clase sobre la suerte y su influencia en el éxito en los negocios. ¿Cuánto de factor suerte hay en lo que sale bien en una empresa? ¿Y en lo que sale mal? ¿Cuántas veces echamos la culpa a la mala suerte por aquello que no nos salió bien? Y de verdad, en esos casos, ¿cuántas veces influyó el azar?

Hace años asistí a la presentación del libro “La buena suerte” en Expomanagement 2004, presentado por sus autores, los ya archiconocidos Alex Rovira y Fernando Trías de Bes. Del cuaderno que nos dejaron con sus diapositivas, he tenido siempre una presente: Hablaban de una ecuación en la que el éxito era igual a la preparación por oportunidad. De ese modo, añadían al factor azar, al factor suerte, a la oportunidad, una variable que acababan llamándole la buena suerte, y no era más que la preparación.

Ya he comentado en otros post que mi amigo Diego del Agua dice que la suerte es la preparación de todos los detalles. Michelle Davies, una excelente coach con la que aprendí mucho, decía que la preparación es la dignidad. Jeffrey Gitomer apunta que si quieres tener suerte en una venta a un potencial cliente, la noche anterior deberás entrar en su web, conocerle a fondo y preparar las preguntas que te harán captar su atención y llevarte la cuenta. Todo esto, por no recurrir a los tópicos de las musas y el trabajo de Picasso, o el incremento exponencial de suerte que se le atribuye a Tiger Woods a medida que va entrenando más.

¿En qué quedamos? ¿No hace falta suerte entonces?

Al principio de Match Point, una extraordinaria película de Woody Allen, hay una escena que nos hará reflexionar…



Desde luego el azar existe, es innegable. En baloncesto el éxito depende de que la bola entre en el aro en ocasiones en el último segundo. Yo he visto de todo, bolas que se salen, tiros “de churro” que entran inexplicablemente, tiros de excelentes jugadores en buena posición que fallan, y otros que las meten. Todos recordaremos una canasta en esas circunstancias. Y también algún fallo. Entonces, ¿podemos dejar al azar que actúe? ¿Estamos presos del destino?

Yo mantengo que, aceptando que el azar existe, cada uno debe trabajarse su propio destino. Hay que generar las circunstancias necesarias para que la suerte, si aparece, haga su parte del trabajo. Si llegas a la final de Roland Garrós con Federer delante, y la bola cae del otro lado de la red… Bueno, no habrías llegado allí sin trabajar como un bestia ocho horas seguidas cada día… Por eso no creo en la suerte como un factor fundamental para el éxito. Lo considero más como un añadido, como un factor que hay que tener en cuenta a la hora incluso de planificarlo, a la hora de manejar planes “b”, planes de contingencia que te ayuden a conseguir tus objetivos, incluso si la suerte te da la espalda.

Además, la suerte, de existir, no es “retenible”, no te la puedes quedar para siempre. Como dice Fito, la suerte viene y va, todos la pueden tener y nadie la puede guardar.

Os dejo con el video de esta magnífica historia sobre la suerte.


¿Tú que opinas? 
¿Es el éxito directamente proporcional a la suerte? 
¿Puede alguien triunfar sin suerte? 
¿Alguien con buena suerte está predestinado a triunfar?
¿Es la suerte el factor diferencial entre los que triunfan y los que no?



Buena Semana y….. Buena Suerte!!!!!!!!!!!

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